Mi primer viaje de montañismo fue cuando tenía 14 años y la
actividad se dio en Los Cuchumatanes, Huehuetenango. Un viaje para no olvidar,
la experiencia que me llevó a convertirme en un montañista.
Nos reunimos con el grupo K’ashem en el punto de encuentro, viernes
en la noche. El bus salió y todos dormimos durante casi todo el camino.
Llegamos a un parqueo ya en Huehuetenango y salimos a estirar las piernas
después del largo viaje en bus y de repente una sensación de frío me abrazó
para devolverme las ganas de regresar a dormir al bus. Era un frío que nunca en
mi vida había sentido, me envolví en mis sábanas y dormimos hasta el amanecer.
Cuando despertamos estábamos frente a un comedor y como los
montañistas somos de buen diente, no dudamos de darnos una buena comida antes
de empezar el reto. Los clásicos pero siempre deliciosos huevitos y frijolitos
acompañados de queso y tortillas, para comer con un café o chocolate caliente,
una comida que nos dio la energía para emprender esta aventura.
Regresamos al bus después del desayuno para llegar al lugar
de inicio para la caminata. El bus nos dejó al inicio de una calle que se
desvía de la carretera. Alistamos las chivas y comenzamos a caminar.
Yo en mi poca experiencia miraba como el grupo se iba hasta
adelante y pocos quedamos atrás. El clima, la altura, la vista, todo era tan
nuevo para mí. El hecho de tener calor y sentarme en la sombra para que me
diera frío me confundía. Las piedras y los árboles tenían formas tan extrañas e
interesantes.
El cansancio y la actitud negativa me lograron dominar por
un momento y quise tirar la toalla. El guía que cerraba el grupo nunca dejó de
animarme y ayudarme a seguir avanzando. De pronto ya estaba la cumbre a la
vista, pero el precio era una subida retadora.
A media subida hay una pequeña mina de cuarzo, una piedra preciosa.
Llegando a la cumbre estaba la vista más espectacular que
había visto en toda mi vida, era algo impresionante. Una buena recompensa que hacía
valer la pena todo el esfuerzo que había hecho. Almorzamos, descansamos un
momento y comenzamos a caminar hacia el campamento.
Después de cruzar un valle llegamos al campamento al lado de
la Laguna de Ordoñez, bastante cómodo. Armamos las carpas y preparamos la cena
para darnos después las merecidas horas de sueño.
En la madrugada al abrir las carpas vimos que una pequeña
capa blanca había cubierto todo a nuestro alrededor. La escarcha había cubierto
el suelo y las carpas, la laguna tenía trozos de hielo grandes en su orilla.
Don Jerónimo, un guía local de La Ventosa, nos acompañó
hasta que llegamos al campamento. Ya al amanecer, Don Jerónimo ya había
regresado con nosotros, cosa que nos impresionó porque vino caminando desde su
casa.
Comenzamos a desayunar y a desmontar el campamento para
estar preparados. Luego que el sol ya apareció en el pequeño valle, la escarcha
desapareció. Era nuestra señal para comenzar a avanzar.
El camino de regreso era otro, un camino completamente plano
en una gran parte que luego se conecta con el sendero para regresar al bus.
Ya la parte difícil había terminado y estaba satisfecho de
mi primer logro como montañista, ansiando la llegada al bus para un merecido
descanso.
Esta es una experiencia que personalmente siempre llevo en
el corazón y que me ha enseñado que a veces la situación puede ser difícil pero
si se puede llegar a la cumbre.
-
Yayo
Para más información sobre K’ashem puedes encontrarlos en:
My first
trip as a mountaineer was when I was 14 and the activity was in Los
Cuchumatanes, Huehuetenango. A trip to remember, the experience that led me to
become a mountaineer.
We met with
the group K'ashem at the meeting point, Friday night. The bus came to pick us
and we all slept for most of the way. We arrived at a parking lot in
Huehuetenango and went out to stretch our legs after the long bus ride and
suddenly a cold feeling embraced me and made me want to return to sleep in the
bus. It was a cold that never in my life, I wrapped myself in my sheets and
slept until dawn.
When we
woke up we were next to a restaurant and as mountaineers we like to eat, we didn’t
think twice in having a good meal before starting the challenge. The classic
but always delicious eggs and beans accompanied by cheese and tortillas, with
coffee or hot chocolate, a meal that gave us the energy to jump to this
adventure.
We returned
to the bus after breakfast to get to the starting point for the hike. The bus
dropped us off at the beginning of a road. We prepared our equipment and
started walking.
With no experience
I walked as the group went faster and few stayed behind like me. The climate,
the height, the view, everything was so new to me. A strong heat over myself and
sitting in the shade just to feel a lot of cold, I was confused. The stones and
trees were so strange and in interesting ways forms.
Tiredness
and negative attitude managed to dominate my mind, for a while and wanted to
give up. The guide who closed the group never stopped encouraging me and
helping me to move forward. Suddenly the peak was already in sight, but the
price was a challenging hike. Half of the way up is a small quartz mine, a
gemstone.
Arriving at
the peak, there was the most spectacular view I had ever seen in my life, it
was really impressive. A perfect reward given for all my effort. We had lunch;
we rested a moment and started walking toward the camp.
After
crossing a valley we arrived at the camp near the Laguna de Ordoñez, quite
comfortable. We set up the tents and prepare dinner before the deserved hours
of sleep.
In the
morning when we opened the tents we saw a thin white layer that covered
everything around us. The frost had covered the ground and the tents, the
lagoon had large pieces of ice on the shore.
Don Jeronimo,
a local guide from La Ventosa, accompanied us until we reached the camp. And at
dawn, Don Jeronimo was back with us, which impressed us because he came walking
from home.
We started
to prepare breakfast and decamp to be prepared. And when the sun appeared in
the little valley, frost disappeared. It was our signal to start moving.
The way
back was another path, a completely flat road in a large part which then connects
with the trail to return to the bus.
Now the
hard part was over and I was happy with my first achievement as a mountaineer, wanting
to arrive at the bus for a break.
This is an
experience I always carry in my heart and that has taught me that sometimes the
situation may be difficult but you can always reach the peak.
- Yayo
For more
information about K'ashem you can find them in:
www.hastalacumbre.com
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